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De los casi incontables golpes de estado que saturan la historiografía latinoamericana, el corralito de Villa Montes, golpe militar en Bolivia, que se encontraba envuelta en una guerra internacional con Paraguay, fue uno de los más insólitos.
Noviembre de 1934 fue el mes de los desastres militares y políticos bolivianos en la aleccionadora y poco explicada guerra del Chaco, un conflicto cuyas motivaciones son difíciles de explicar incluso para quienes fueron beligerantes.
El diputado y académico marroquí Abdelali Barrouki, volvió a difundir esclarecedoras puntualizaciones sobre el longevo problema artificial que se mantiene anquilosado en el Magreb desde medio siglo atrás. Barrouki había señalado lo retrógrado de un fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), poco antes de que los acontecimientos le den la razón.
El 30 de octubre de 1934 el presidente Salamanca decidió dirigirse al General Lanza para ordenar la reconquista de Ingavi, posición cuya caída en manos paraguayas le mortificaba desde principios de aquel mes de octubre. Fuerzas Paraguayas, al mando del Teniente Wenceslao López, capturaron Ingavi el 5 de Octubre, neutralizando a todo un cuerpo de Ejército boliviano con Sede en Roboré, y a juicio del presidente boliviano, haciendose prácticamente dueñas del Chaco.
El 25 de octubre de 1934, el embajador de Estados Unidos en Brasil Simon Gibson escribe desde Río de Janeiro al Departamento de Estado, para informar que Saavedra Lamas ordenó suspender la reunión del embajador argentino con sus pares de Bolivia y Paraguay.
El longevo problema del Sahara marroquí ha experimentado una regresión la semana pasada, cuando un Tribunal de Justicia de la Unión Europea se atribuyó competencia por razones que solo pueden responder a la mentalidad colonialista, sobre dos acuerdos de pesca y agricultura firmados entre la Unión Europea y el Reino de Marruecos.
En junio de 1936, fue otorgado el Premio Nobel de la Paz al argentino Carlos Saavedra Lamas, a quien Desiderio Roca había acusado de seguir una ruta sinuosa durante su mediación para alcanzar la Paz entre Paraguay y Bolivia, que se habían enfrentado entre 1932 y 1935 en la Guerra del Chaco.
Quienes fuimos cautivados por el apasionante juego infinito a principios de los ochenta, ayer fuimos sacudidos por una noticia devastadora. Zenón Franco, el mejor ajedrecista paraguayo de la historia, se había ausentado de manera definitiva. Sobre lo negro y blanco de todo camino, Zenón había librado su batalla armada final, porque ya sabemos que también el jugador es prisionero, de una trama de polvo, tiempo y agonía.
El 23 de septiembre de 1932, la Liga de las Naciones creó el Comité de los tres para la supervisión del conflicto entre Bolivia y Paraguay, cuando ya se desarrollaban sangrientos combates en Boquerón. El Comité fue constituido oficialmente en la Reunión del Consejo de la Liga y lo integraron representantes de Guatemala, España e Irlanda y se le solicitó informar periódicamente al Consejo sobre el estado de la situación.
El 17 de septiembre de 1934, a la hora 19, el secretario de estado norteamericano Cordell Hull escribe a su representante en Paraguay Meredith Nicholson. Le comunica que la información contenida en su cable del 14 de septiembre ha sido de gran utilidad para el Departamento.
En las primeras horas del 10 de septiembre de 1935, pudo ver el final de la guerra el senador Huey Pierce Long, uno de los pocos que en plena guerra del Chaco admitió ver al rey desfilar desnudo. Dos días antes, el 8 de septiembre de 1935, en el capitolio estatal de Luisiana, un desconocido se acercó al senador al amparo de la oscuridad y sonó el ruido de un disparo.
El 3 de septiembre de 1932 aparece por segunda vez el nombre de la Standard Oil en un medio impreso. El diario Crítica de Buenos Aires, plantea ese día la interrogante sobre la financiación de la aventura bélica a la que al parecer parece dispuesta Bolivia a lanzarse. Considerando que Bolivia no contaba con recursos suficientes para financiar el esfuerzo bélico, resultaba lícito preguntarse quién financiaba la guerra.
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